PF 2. Arrogantes, soberbios, difamadores
2 Timoteo 3:1
Y debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles; porque los hombres serán egoístas, amigos del
dinero, arrogantes,° soberbios, difamadores, desobedientes a sus padres,
ingratos, irreverentes, sin afecto
natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, enemigos de lo
bueno, traidores, impetuosos,°
envanecidos, y amigos de los placeres más que de Dios, que tendrán apariencia
de piedad, pero negarán su eficacia. Apártate de ellos. Porque de éstos son los que entran
furtivamente en las casas y toman cautivas a mujercillas cargadas de pecados, llevadas
por diversas pasiones; los cuales
siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento pleno de la
verdad. Y de la manera que Janés y
Jambrés resistieron a Moisés,° así también éstos resisten a la verdad; hombres
de mente corrompida y réprobos en cuanto a la fe. Pero no avanzarán largo
trecho, porque a todos se hará evidente su insensatez, como también fue la de
aquéllos.
Egoísta
Es
un adjetivo que califica a una persona
que tiene egoísmo. También indica que algo es perteneciente o relativo a esta
actitud. Por ejemplo: 'Hizo un comentario muy egoísta'.
Procede
de la palabra 'egoísmo' y a su vez, del latín ego ('yo') y el sufijo -ismo, e
indica un excesivo amor a uno mismo, centrado en su propio interés y que no se
preocupa de los demás.
Algunos
sinónimos de 'egoísta' son codicioso o ambicioso. Está relacionada con el
adjetivo egocéntrico aunque esta palabra indica que se busca ser el centro de
atención. Como antónimos se pueden señalar los adjetivos altruista y generoso.
Este
término, al igual que 'egoísmo', se emplea en distintos ámbitos:
En
Filosofía, se habla de 'egoísmo moral' y de 'egoísmo racional' como conceptos
filosóficos que indican que se practica o valora el interés propio ya sea a
nivel ético o racional.
En
Biología se utiliza 'egoísmo biológico' para referirse a la tendencia de un
organismo hacia su propio bienestar a costa de los otros.
En
Psicología, el 'egoísmo psicológico' es una teoría que trata sobre la conducta
autointeresada del ser humano. Relacionado con este concepto, existen algunas
conductas relacionadas que pueden caracterizar a un persona egoísta, como son
el egotismo, el egocentrismo y conductas asociales.
Existe
también una corriente ideológica que habla del 'anarquismo egoísta'.
Persona egoísta
Desde
un punto de vista general, se considera a una persona egoísta a alguien que
busca su propio interés permanentemente sin tener en cuenta a las demás personas.
Es
un concepto amplio y que varía en función de cada persona. Una actitud o un
comportamiento pueden ser calificados de egoísta por unas personas y no por
otras dependiendo, por ejemplo, de temas culturales, sociales, éticos y
morales.
En
cada cultura, existen normas de comportamiento destinadas a mitigar actitudes
egoístas en la convivencia, como dar preferencia a ancianos y embarazadas en
los transportes públicos.
Avaro
La
avaricia es el deseo, ansia o afán desordenado de poseer y adquirir riquezas
para acumularlas. Esta palabra procede del latín avaritĭa, y a su vez del verbo
avēre (desear con ansia).
Algunos
antónimos pueden ser generosidad y desprendimiento. A alguien que tiene o
practica la avaricia, se le suele llamar 'avaricioso', 'avariento' o 'avaro'.
Aunque la última de ellas hace especial hincapié en destacar que alguien se
reserva o escatima algún bien, en el sentido de tacaño, miserable o rácano.
La
avaricia como pecado capital
La
avaria se consideraba en la Doctrina Católica como uno de los siete pecados
capitales. Aparecía como philarguria(en griego, ‘amor hacia el oro’) y se
trataba de un pecado de exceso aplicado a la adquisición de riquezas. Se puede
asociar a otro tipo de pecados, como la deslealtad, traición, robo, la mentira.
También se habla de la avaricia como uno de los vicios a evitar.
La
avaricia y la codicia
En
la mayoría de los casos, ambas palabras se utilizan de manera indistinta y se
pueden considerar sinónimos. En comparación con la palabra 'codicia', la 'avaricia'
no sólo es deseo de poseer bienes, sino además con la de acumularlos,
enfatizando el afán de acumularlas. Además, en Tauromaquia, 'codicia' se
utiliza para referirse a la cualidad de un toro de perseguir con ansia a
alguien o algún objeto, con la intención de cornearlo. Antiguamente, la codicia
también significaba apetito sexual.
'La avaricia rompe el saco'
Esta
expresión popular procede de la tradición oral y se basa en una historia sobre
un ladrón que iba guargando en un saco lo que iba robando hasta que se rompió
el saco. Esta expresión aparece en obras tan importantes como El Quijote de
Cervantes. Anteriormente, se sustituía en este proverbio la palabra 'avaricia'
por 'codicia'.
Frases sobre la avaricia
Además
de 'la avaricia rompe el saco', existen muchas expresiones, frases y refranes
populares que tratan el tema de la avaricia. Algunas de ellas son:
'Guarda el avaro su dinero para que lo
derroche el heredero'.
'Corazón codicioso, no tiene reposo'.
'Persona con avaricia, puede tenerlo todo
menos la felicidad'.
'La avaricia se pasea, todo quiere y todo
desea'.
'Cuando el diablo se acaricia, avaricia'.
La arrogancia
Es
el sentimiento de superioridad que
desarrolla un individuo en relación con los otros, basado en la falsa creencia
de que merece mayores privilegios o concesiones que el resto. La palabra, como
tal, proviene del latín arrogantia.
La
arrogancia es un defecto del carácter que consiste en ser altaneros,
presuntuosos, prepotentes o soberbios.
Para
la psicología, la arrogancia surge como consecuencia de la necesidad de
alimentar o proteger un ego frágil. De este modo, funciona como un mecanismo de
compensación en el cual la persona arrogante disfraza sus carencias de
autoestima de superioridad.
Una
persona arrogante tiene, en definitiva, una imagen de sí misma un poco inflada:
se cree mejor que los demás, piensa que puede atropellar o maltratar a los
otros debido a los derechos que se atribuye. Pero se equivoca: los demás
simplemente lo verán como una persona pesada en el mejor de los casos, y
despreciable, en el peor.
La
arrogancia no debe confundirse con la idea de la autoestima. Tener una
autoestima elevada es saludable, pues se relaciona con la valoración que
tenemos de nosotros mismos, con el amor propio.
La
arrogancia, en cambio, supone una imagen distorsionada de nosotros mismos, y la
creación de un ego elevado para compensar nuestras carencias de autoestima.
La
arrogancia, por ejemplo, se manifiesta cuando alguien no deja que los demás
expresen su opinión en una reunión, sino que siempre quiere imponer su punto de
vista, pese a que podría estar pasando por alto cuestiones relevantes para la
discusión, pero no es capaz de darse cuenta.
Constituye
arrogancia pensar que el dinero es suficiente para conseguir las cosas que
queremos en esta vida, pues el dinero por sí mismo no tiene ningún valor frente
al amor, la amistad, la belleza y la felicidad.
Sinónimos
de arrogancia son soberbia, altanería, altivez, engreimiento, orgullo,
desprecio, desdén; jactancia, petulancia, presunción. Antónimos serían
humildad, modestia, sencillez.
En
inglés, arrogancia puede traducirse como arrogance. Por ejemplo: “The arrogance
of power” (la arrogancia del poder).
Soberbia
La
palabra soberbia proviene del latín superbĭa y es un sentimiento de valoración
de uno mismo por encima de los demás, sobrevaloración del yo respecto de otros,
es un sentimiento de superioridad que lleva a presumir de las cualidades o de
las ideas propias y menospreciar las ajenas.
La
soberbia se diferencia del orgullo en que éste último es disimulable, apreciado
cuando surge de virtudes o de causas nobles, y la soberbia manifiesta el deseo
de ser preferido por otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad,
del yo, del ego. Se puede decir que el orgullo puede derivar para la soberbia.
La soberbia es una actitud orgullosa consistente en la perspicacia de aquella
persona que se envanece a sí misma.
Popularmente,
se llama también soberbia a la rabia o al enfado que muestra una persona de
manera exagerada ante una contrariedad. Y es considerado por la teología
católica uno de los siete pecados capitales.
Algunos
sinónimos de soberbia son, altanería, altivez, arrogancia, vanidad, etc. Lo
contrario de soberbia es la humildad, la sencillez, la modestia, etc.
Manifestaciones
del orgullo en grado de soberbia
Si
una persona manifiesta algún tipo de rebeldía cuando no quiere obedecer, su
orgullo se ha transformado en soberbia.
Si
una persona es autoritaria al mandar, tiene envidia de los valores de los
demás, critica a los envidiados, es una persona con soberbia.
La
mayoría de los momentos con malhumor en la convivencia familiar y la mayoría de
los enfados derivan de un orgullo individual que se ha transformado en
soberbia.
Las
personas con soberbia nunca tienen dignidad y mucho menos aceptan sus errores.
Frases
sobre la soberbia
"El
oro hace soberbios, y la soberbia, necios." Proverbio
"Un
dia será el mundo con su impersonalidad soberbia contra mi extrema
individualidad de persona, pero seremos uno solo." Clarice Lispector
"La
soberbia es el vicio de los ignorantes." Leonardo Murialdo
"Donde
hay soberbia, allí habrá ignorancia; mas donde hay humildad, habrá
sabiduría." Salomón
"La
soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que
se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder." José de San
Martín
Difamación
La
palabra difamación proviene etimológicamente del latín “diffamatĭonis”, siendo
“di” un prefijo privativo, en este caso de la fama de alguien. El buen nombre
de una persona es algo valorado por todas las civilizaciones, desde la
antigüedad hasta el presente, y debe ser protegido contra quienes lo mancillen.
La
difamación caracteriza al acto humano de atribuir, intencional, y públicamente
cualidades o acciones deshonestas o deshonrosas a otra persona física o
jurídica, para perjudicarla socialmente dañando su buen nombre y honor. En
general se incluye como difamación la atribución falsa de estos defectos o
acciones deshonrosas (calumnia) pero también cuando se trata de afirmaciones
que son verdaderas (detracción). En todos los casos la exigencia es que se
hagan en forma pública.
Concepto de difamación
Cualquier
medio público de expresión puede ser un medio hábil para difamar. Con los
avances tecnológicos, las redes sociales se han constituido en un soporte muy
eficaz para que los comentarios lesivos al honor de otras personas tengan
rápida y masiva divulgación.
Estas
expresiones difamatorias son condenadas desde el punto de vista ético y
religioso, siendo un pecado, pues revelan la malicia de quien expone algo
oculto del otro, que es expuesto inmotivadamente para perjudicarlo; pero
también se ocupa de la difamación el orden jurídico, ya que las legislaciones
penales de los diversos países contemplan este hecho, como configurativo de
conductas punibles.
Por
ejemplo, el Código Penal Federal de México, en su Libro II, Título XX (que
trata de los delitos contra el honor), le dedica un capítulo, el II, a las
injurias y difamación, entendiendo que este último delito se configura cuando
se comunica a una o a más personas en forma dolosa (intencional) la imputación
de un hecho (cierto o falso, determinado o no) que la desacredite, perjudique o
deshonre (artículo 350). El agravante es que se trate de parientes o
convivientes.
Desobedientes a sus padres
la
palabra desobediencia alude al efecto de desobedecer, vocablo latino compuesto
por los prefijos de negación o privación, “dis”, y “ob” = “sobre” o “encima”,
más el verbo “audire” que puede traducirse como “oír” o “escuchar”.
La
desobediencia implica no acatar órdenes, por parte de una persona o animal,
dadas por alguna autoridad legítima o ilegítima, por ejemplo: “Mi perro muestra
gran desobediencia a cualquier orden que le doy, hace lo que quiere, así que
llamaré a un adiestrador”, “Los niños pequeños de mi clase, presentan una
conducta desobediente que veré con qué estrategia corregir” o “Los captores le
ordenaron a la víctima permanecer quieta y silenciosa en su lugar de
cautiverio, pero gracias a su desobediencia, los vecinos escucharon los gritos,
y llamaron a la policía que lo liberó”.
La
desobediencia civil ocurre cuando la población de un Estado en su conjunto o
gran parte de ella, se niega pacíficamente a cumplir una norma legal o varias;
o una medida política, de modo consciente y por alguna razón que consideren
justa, para lograr reemplazarla por otra u otras que tiendan al bien común,
aunque esto les acarree soportar un castigo. Se expresa de tal modo de captar
la atención de la opinión pública, para que la mayor cantidad de personas
conozcan la situación y así crear conciencia colectiva y lograr apoyo. La
desobediencia civil es tolerada en las democracias, pero reprimida en los
sistemas dictatoriales.
En
muchas ocasiones el motivo es el rechazo al pago de impuestos arbitrarios, como
la decisión que tomó el anarquista Henry David Thotreau, de nacionalidad
estadounidense quien se negó a pagar un impuesto que se usaría para pagar la
intervención en México, hecho que le resultaba intolerablemente injusto. A raíz
de ello publicó en 1849 su libro “Desobediencia Civil”.
El
abogado y político indio, Mahatma Gandhi (1869-1948) arengó a su pueblo a la
desobediencia civil contra el gobierno británico, cuando las leyes que les
impusieran fueran injustas, como la que les prohibía a los campesinos cultivar
alimentos que necesitaban para vivir y debían cultivar índigo, para extraer
tinturas, ya que de las hojas y tallos de este arbusto se obtiene un colorante
de tonalidad azul oscura.
Ingratos
El
prefijo “in” alude a falta, que en este caso se refiere a la gratitud, o sea
que importa la calidad de alguien que no se corresponde en sus actitudes a los
favores que recibió de otro. El ingrato no valora lo que se da o se le ha
brindado, y desprecia a su benefactor, con una actitud egoísta y soberbia.
La
ingratitud no solo puede provenir de las personas individuales, entre padres e
hijos, hermanos, tíos y sobrinos o amigos, entre otros muchos casos, sino que
también puede provenir de la sociedad en su conjunto o del Estado mismo, como
cuando no se pagan jubilaciones dignas a quienes han aportado al sistema a
través de muchos años de trabajo digno, y están condenados a subsistir con
sumas miserables en concepto de haber jubilatorio; o cuando se manda a los
ciudadanos a pelear por la patria y luego no son reconocidos, como sucedió en
Argentina con los sobrevivientes de la Guerra de Malvinas.
Si
bien no se debe dar para recibir a cambio otra cosa, es injusto que quien
recibe no retribuya de algún modo, en la medida de sus posibilidades: con un
“gracias” sincero, un gesto cariñoso, una palabra, un acompañamiento en los
momentos difíciles, etcétera. Seguir dando a quien desprecia lo recibido, es
incentivar su egoísmo. Filósofos como Descartes han considerado la ingratitud
un vicio, propio de las personas brutales y arrogantes, y también de los
ignorantes y necios.
La
ingratitud del donatario es una causa de revocación legal de las donaciones
recibidas.
Irreverentes
El
adjetivo irreverente nos remonta, al buscar su etimología, al latín
“irreverentis”, vocablo integrado por el prefijo negativo “in”, el reiterativo,
“re” y el verbo “vereri” que alude a sentir temor, basado en el respeto. Por
eso, un irreverente es aquel que no guarda hacia otro (persona física o
jurídica o símbolo) el debido respeto, que debiera tenerle en función de su
prestigio, cargo, investidura, representatividad, etcétera.
Puede
ejercerse la irreverencia mediante acciones u omisiones. En el primer caso
puede darse a través de palabras, gestos o actitudes que denoten falta de
cortesía, consideración o prudencia, dependiendo del objeto o sujeto al que se
dirija el accionar, por ejemplo: “Mi empleado ha sido muy irreverente al
gritarme, desafiando mi autoridad”, “El actor en sus monólogos se mostró
irreverente, haciendo bromas sobre actitudes de nuestros políticos”, “La
película mostraba contenido e imágenes irreverentes a los principios básicos de
la religión”, “El alumno se mostró irreverente a los símbolos patrios al estar
hablando y riendo mientras se izaba el pabellón nacional”, “Me han citado del
colegio pues mi hijo ha tenido actitudes irreverentes con sus docentes, a los
que ha insultado y hasta agredido físicamente”. Por omisión puede darse en los
siguientes casos: “Te has mostrado irreverente al no ponerte de pie mientras se
entonaba el himno nacional” o “Al no saludar al mandatario del país extranjero,
nuestro Presidente se mostró irreverente, y podría traernos conflictos
diplomáticos”.
Sn
embargo, no siempre ser irreverente es malo o nocivo. Cuando la irreverencia se
basa en el desacuerdo con injusticias, que nos lleva a luchar contra ellas,
tratando de erradicar esos dichos o hechos, es positiva: “El pueblo se mostró
irreverente frente al mandatario que está imponiendo políticas opresoras, y le
exigió, a los gritos, en una masiva manifestación popular, que cambie sus
medidas, o que renuncie”.
En
otro sentido, aunque también relacionado con el respeto, una irreverencia es no
cumplir con ciertos protocolos de reverencia al saludar, que consisten en
inclinar el cuerpo, en gesto de veneración, como se usa en la cultura japonesa
y coreana, y en Europa, ante un miembro de la realeza.
Sin afecto natural
Una interpretación
adicional
He
pensado sobre cómo puedo explicar esta otra interpretación y creo que encontré
la forma de decirlo.
Quizás
la frase “sin afecto natural” se refiere a nuestra incapacidad o falta de
voluntad para expresar nuestro afecto de forma natural.
En
la película “Un espacio entre nosotros”, la chica tiene dificultades para
expresar su afecto de forma natural. Ella dice: “la gente no anda por allí
diciendo lo que siente cada vez que lo siente. La gente tiene escudos,
secretos… y usan metáforas”.
Vivimos
en una cultura donde la vulnerabilidad se considera una debilidad. No lo es.
Simplemente no es así. Ser vulnerable es una fortaleza. El chico de la
película, fue criado por astronautas en Marte.
Él ha estado lejos de las normas y de la cultura que los terrícolas
experimentan a lo largo de sus vidas. Por lo tanto, “el afecto natural” le
fluye naturalmente.
Desafortunadamente,
estas normas restringen el afecto natural profundamente. Esto lo puedes
reconocer en las paredes de tu propio hogar, el lugar más importante donde debe
abundar el afecto.
¿Cómo
es vivir “sin afecto natural”?
¿Qué
tan a menudo le expresamos a nuestros padres y a nuestros hermanos que los
amamos?
¿Qué
tan a menudo le decimos sinceramente a nuestro esposo o esposa, lo importante
que son para nosotros?
Si
vemos a alguien usando unos zapatos lindos, ¿se lo decimos o no queremos
sentirnos raros?
Si
alguien se cae de su bicicleta, ¿nos apresuramos a ayudarle o seguimos caminando
y lo ignoramos?
Por
supuesto, debe haber un límite razonable en lo que decimos y lo que no.
Probablemente no puedes decirle a tu compañero de trabajo del sexo opuesto qué
tan atractivo/a se ve con la ropa que tiene puesta, pero entiendes el punto.
“Sin afecto natural” quiere decir retener irrazonablemente un sentimiento
sincero y positivo.
¿Por
qué es un problema no tener “afecto natural”?
Respuesta:
Porque crea distancia. Crea barreras emocionales y alimenta la apatía. Puede
ser la base para los problemas de confianza y comunicación.
Su
raíz es el miedo. Todos tenemos miedo de sentirnos vulnerables. Tenemos miedo
de no saber que va hacer la otra persona con los sentimientos que le ofrecemos.
Tenemos miedo de que piensen que somos raros. Esa es una posibilidad.
Si
expresar amor a los miembros de tu familia no es normal para ti, es probable
que piensen que estás en peligro o que estás deseando algo desesperadamente de
ellos. El simple hecho de que esas sean algunas reacciones es evidencia de que
la profecía bíblica se ha hecho realidad.
¿Cómo
superamos esto?
Sinceramente,
no lo sé. Quizás no escuchas esa respuesta muy a menudo en internet, pero en
realidad no lo sé. El decir “simplemente hazlo”, puede ser una forma de
simplificar las cosas. Pero yo no me siento seguro para darte una respuesta,
porque incluso yo mismo me encuentro tratando de superar esta condición.
Sin
embargo, he notado un grupo de personas que parece que no tiene un problema con
el afecto natural: los niños. Ellos están siempre disúestos a expresarse cuando
sea y como quieran (ya sea para bien o para mal). Quizás es por esa razón que
las escrituras nos piden que seamos como niños.
Sea
cual sea la solución, haré mi esfuerzo. Tendré determinación. Se requiere
acción, sinceridad y vulnerabilidad. Requiere voluntad para dejar que tu amor
sea más fuerte que la jaula en la que el mundo quiere poner ese amor.
Este artículo fue
escrito originalmente por David Snell y fue publicado por mormonhub.com, con el
título: “This Interpretation of “Without Natural Affection” Is Going to Change
How You Look at Your Relationships”
Implacables
El
primer paso que vamos a dar para poder descubrir el significado del término que
nos ocupa es conocer su origen etimológico. En este caso, tenemos que subrayar
que se trata de una palabra que deriva del latín, concretamente procede de
“implacabilis”, que es fruto de la suma de los siguientes componentes léxicos
de dicha lengua:
-El
prefijo “in-”, que se usa para indicar negación.
-El
verbo “placare”, que es sinónimo de “calmar” o “apaciguar”.
-El
sufijo “-ble”, que se emplea para dejar patente una posibilidad.
Implacable
El
concepto se emplea para calificar a aquello no puede aplacarse.
El
verbo aplacar, a su vez, refiere a calmar, apaciguar o atemperar algo. Por lo
tanto, lo implacable no se puede paliar, debilitar o dominar. Por ejemplo: “El
gobierno aseguró que será implacable con los negocios que le vendan bebidas
alcohólicas a menores de edad”, “Un juez siempre debe ser implacable con los
asesinos”, “El delantero egipcio fue implacable en la primera parte del
encuentro: anotó tres goles en apenas media hora”.
Es
posible entender la noción de implacable de distintos modos. Por lo general el
término se utiliza con referencia a quien no tiene contemplaciones o piedad y
aprovecha todo su poder o capacidad para cumplir un objetivo o llegar a una
meta.
En
concreto, entre los sinónimos de implacable nos encontramos con palabras tales
como inexorable, vengativo, cruel, empedernido, despiadado, duro o inflexible.
Por el contrario, entre sus antónimos hay términos tales como clemente,
indulgente, piadoso, compasivo, blando, benévolo o condescendiente, por
ejemplo.
Imaginemos
que una docente ordena a sus alumnos escribir un texto de tres páginas sobre la
Segunda Guerra Mundial. Los estudiantes tienen una semana para realizar la
tarea y entregar el trabajo. Cuando llega el día de entrega, la profesora es
implacable: aquel que no realizó la redacción, es calificado con un 1. La
educadora no acepta ninguna justificación ni otorga un plazo extra a nadie.
Un
policía implacable, en tanto, es aquel que cumple con su deber de manera
responsable y con profesionalismo y esfuerzo. Al patrullar, está siempre atento
y si detecta alguna situación irregular o a algún individuo sospechoso,
enseguida se acerca para saber qué ocurre. Si descubre un delito o una falta,
procede a actuar según lo manda la ley, sin tolerar excusas.
De
la misma manera, no podemos pasar por alto la existencia de una película que
lleva en su título el término que ahora nos ocupa. Nos estamos refiriendo a “El
implacable”, un filme de suspense y de origen norteamericano que se estrenó en
el año 2017 bajo la dirección de Martin Campbell. Se encuentra basada en la
novela “The Chinaman” (1992), escrita por Stephen Leather.
Jackie
Chan, Pierce Brosnan, Liu Tao, Michael McElhatton o Charlie Murphy son los
actores que encabezan el reparto de este largometraje que gira en torno a la
figura de un militar retirado que cuenta con deseos de venganza después de que su
hija muera en un atentado en unos grandes almacenes.
Calumniadores
Una
calumnia es una acusación falsa que se realiza con el objetivo de provocar un
perjuicio. En el plano jurídico, se llama calumnia al hecho de imputar un
delito a un sujeto sabiendo que aquello de lo que se lo acusa nunca existió o
no fue realizado por el imputado.
Calumnia
Para
que exista la calumnia, por lo tanto, tiene que haber una imputación o
acusación falsa: quien acusa lo hace con el objetivo de dañar al acusado. Otra
posibilidad es que el acusador esté convencido de la veracidad de su imputación
pero actúe con desprecio a la verdad.
Esto
quiere decir que la calumnia puede acarrear un dolo (cuando el individuo sabe
que es falso lo que imputa) o un dolo eventual (puede creer que no es falso
pero no le interesa acceder a la verdad y por lo tanto genera un perjuicio).
Supongamos
que dos personas se disputan la candidatura a la presidencia de un club
deportivo. De acuerdo a distintas encuestas, ambos se encuentran muy parejos en
la intención de voto de los socios. Uno de ellos, para manchar la reputación de
su oponente, lo acusa de haber recibido sobornos de un representante de
jugadores para contratar a sus representados en caso de convertirse en
presidente.
El
acusado se defiende asegurando que nunca ha cometido un delito y le exige a su
contrincante que se retracte. Sin embargo, éste no lo hace e insiste con la
imputación en los medios de comunicación. Ante este panorama, el acusado
denuncia al otro candidato por el delito de calumnias.
En
la actualidad, la calumnia es una parte integral de la comunicación a través de
las redes sociales, aunque ésta no fuera la intención de los creadores de
Internet. Si bien existen muchas personas que aprovechan esta herramienta para
estudiar a distancia, enriquecerse culturalmente leyendo acerca de otros países
y hacer amistades sin que las barreras geográficas supongan un límite, la
mayoría le reserva un espacio en su vida no mucho más elevado que el de la
telenovela de la tarde.
Es
importante distinguir entre una calumnia que comienza a esparcir un mafioso
dispuesto a enfrentarse cuerpo a cuerpo con su enemigo, sin miedo a morir en un
duelo de navajas, y la que un usuario de una red social emite oculto tras un
nombre ficticio que no desvela ningún dato personal como para reconocerlo o
localizarlo. En otras palabras, este tipo de ataques gratuitos, que hoy en día
son moneda corriente en Internet, se caracterizan por la cobardía de sus
autores.
Una
de las características de la calumnia es la facilidad con la que se esparce: a
diferencia de un comentario que se hace en la intimidad, como parte de una
conversación entre amigos que ambos esperan no trascienda las barreras de su
relación, la calumnia se crea con el propósito de humillar a la víctima ante la
mayor cantidad de personas posible.
Por
ejemplo, cuando alguien se decide a calumniar a un vecino de su edificio porque
le molesta un aspecto de su personalidad y desea hacerle la vida imposible
hasta conseguir que se vaya, no llama a un ser querido para desahogarse por
teléfono sino que se acerca a la persona más chismosa de la comunidad y le
cuenta una serie de mentiras acerca del vecino, sabiendo que en cuestión de
minutos todo esto será de público conocimiento y todos comenzarán a mirar mal al
vecino en cuestión.
En
Internet sucede algo similar, aunque el proceso es más fácil y mucho menos
comprometido: basta con hacer una serie de comentarios incisivos en los foros y
las redes sociales adecuadas para que en pocos minutos la información se deforme
y se esparza por todas partes.
Intemperante
Persona
que se comporta con intransigencia. Ejemplos de uso: "hasta el público que
no es claramente el intemperante habitual en el fútbol perdió la paciencia y
comenzó a silbar". Origen de la palabra: (proviene del latín intempĕrans,
-antis, que significa inmoderado, que no tiene mesura ni templanza, excesivo).
Crueles
Se
denomina crueldad a una acción cruel e inhumana que genera dolor y sufrimiento
en otro ser. Por lo que representa este término derivado del latín crudelitas,
el diccionario de la Real Academia Española lo cita como ejemplo y
representación de impiedad, inhumanidad y fiereza de ánimo.
Crueldad
Una
crueldad puede ser cometida por personas de todas las edades y perjudicar a
cualquier tipo de criatura. Un niño, por ejemplo, puede llevar a cabo en el
colegio la crueldad de humillar con frases hirientes a un compañero por ser de
otra nacionalidad, mientras que un adulto puede ser cruel con su hijo al no
festejarle su cumpleaños como castigo por pelear con sus hermanos.
Sujetar
carros pesados a un caballo para que éste lo arrastre, esparcir veneno en
alguna calle para matar mascotas callejeras y dejar abandonado a un perro en el
medio de una ruta son, asimismo, ejemplos de crueldad hacia los animales.
Este
vocablo que engloba prácticas aberrantes impulsadas por el hombre también
permite sintetizar en una sola palabra actitudes desalmadas que provocan el
sufrimiento de los ancianos, quienes por la crueldad de otros muchas veces se
ven expuestos a maltratos físicos y psicológicos, ya que lamentablemente hay
personas que no dudan en provocarles daños amparados en la tranquilidad que les
da saber que son seres indefensos.
Justamente
suelen ser los seres con menos posibilidades de defenderse quienes reciben a
diario actos de crueldad, que van desde ataques aparentemente inocentes hasta
heridas de una profundidad imborrable. Los animales no humanos encabezan la
lista de víctimas en manos de nuestra especie, ya que son utilizados como
objetos para satisfacer todo tipo de necesidades y caprichos, especialmente
esto último.
Crueldad En
primer lugar se encuentra la alimentación; sin entrar en una discusión acerca
de si el ser humano debería o no ser carnívoro, no puede negarse la injusticia
que representa privar de su libertad a millones de animales al año, forzándolos
a vivir hacinados y a comer compulsivamente para engordar en el menor tiempo
posible, arrebatándoles a sus crías para ser sacrificadas o torturadas como sus
madres, y asesinadas sin darles la oportunidad de defenderse.
¿Acaso
nos parecería justo que apareciera una nueva especie e hiciera lo mismo con
nosotros? ¿Y si nos asegurase que necesita de nuestra carne para sobrevivir?
Sería un cuadro para muchos apocalíptico, con millones de mujeres y hombres
encerrados en jaulas, obligados a comer pienso y a reproducirse cuando lo
decidieran sus dueños, siendo separados de sus hijos a los pocos meses o años
para mutilarlos y luego vender sus partes. Eso, y cosas aún peores, se hace a
diario con algunos de nuestros compañeros de planeta.
En
otras palabras, la crueldad es el lenguaje básico de los seres humanos, la
forma en la que aprendemos a tratar con el resto de los seres vivos, a pesar de
no saberlo conscientemente durante nuestra crianza. Nos enseñan a buscar una
posición en una inmensa y arbitraria pirámide, sin importar lo que debamos
hacer para conseguirla y mantenerla. Nos dicen que tenemos derechos por sobre
el resto de las especies, y eso nos permite ejecutar todo tipo de actos de crueldad,
escudados en una jamás mencionada cobardía.
Si
somos capaces de herir a nuestros semejantes, de maltratar a los niños física y
psicológicamente, de abusarnos de los ancianos que han perdido sus facultades,
de insultar y humillar a las personas con diferente color de piel, ¿cómo no
vamos usar la crueldad como base de nuestra comunicación con el resto de los
seres vivos? Sin embargo, la solución es tan simple como abrir los ojos, mirar
a nuestro alrededor, hacernos conscientes de nuestras acciones, y cambiar.
Dejar el maltrato para siempre.
Para
la psiquiatría, la crueldad es un disturbio psicológico que consiste en la
obtención del placer a partir del sufrimiento de otros o en la indiferencia
hacia el dolor ajeno. La crueldad también se asocia al sadismo, que es la
excitación a partir de causar dolor a otro sujeto.
Enemigos de lo bueno
A
la condición de malo se la denomina maldad. El término procede del vocablo
latino malĭtas.
maldad
La
noción también hace referencia al acto injusto o dañino. Por ejemplo: “¿No te
cansas de hacer maldades? Deberías avergonzarte”, “Creo que el jugador no tuvo
maldad, solamente fue a disputar el balón y terminó lesionando a su rival por
accidente”, “Solo un hombre lleno de maldad puede maltratar a su hijo de ese
modo”.
La
maldad, por lo tanto, se asocia a aquello que constituye un mal. Una acción que
se realiza con maldad busca generar un perjuicio o, al menos, a su ejecutor no
le interesan sus consecuencias, por más negativas que sean.
Supongamos
que dos jóvenes ingresan a una humilde capilla y destrozan el lugar, rompiendo
las figuras religiosas y el altar. Estos muchachos no tenían ningún objetivo
más que destruir el templo por diversión. Frente a este panorama, puede decirse
que los vándalos actuaron con maldad, provocando dolor y angustia en todos los
fieles que acudían a dicho lugar.
En
ocasiones, la maldad está implícita en el accionar, aun cuando la conducta en
cuestión tenga un objetivo. Si un ladrón intercepta a un anciano en la calle y
lo golpea para robarle la billetera, en su acto hay una gran dosis de maldad:
aprovechó la vulnerabilidad de un hombre de edad avanzada, lo lastimó
físicamente y le sustrajo el dinero que seguramente la víctima necesitaba para
subsistir. Por supuesto, más allá de la consideración que se haga respecto a la
maldad y a la cuestión moral, el robo es un delito que está penado por la ley.
Traidores
Del
latín traditĭo, la traición es aquella falta que quebranta la lealtad o
fidelidad que se debería guardar hacia alguien o algo. Consiste en renegar, ya
sea con una acción o con un dicho, de un compromiso de lealtad.
Traición
Traicionar
es defraudar. Cuando una persona confía en otra y ésta actúa de una manera
contraria a la esperada, se dice que la traiciona. Por ejemplo: “Le di toda mi
confianza, nos casamos y ella cometió la traición de irse con otro hombre”, “El
presidente del club no pudo soportar la traición del delantero, que negoció a
escondidas con un equipo rival y terminó dejando al plantel en la mitad de la
temporada”.
La
figura del apóstol Judas Iscariote se utiliza como sinónimo de traición. La
Biblia cuenta que este discípulo de Jesucristo traicionó a su maestro y reveló
a sus perseguidores dónde podían capturarlo sin que sus seguidores
intervinieran. Esta traición fue anticipada por Jesús en la Última Cena.
La
literatura o el cine son dos de las artes que más se han sustentado en la
traición a la hora de desarrollar historias que enganchen. Este sería el caso,
por ejemplo, de la mítica saga “Harry Potter”, de J.K. Rowling, donde hay un
personaje que durante todas las entregas se plantea como un traidor. Nos
estamos refiriendo a Severus Snape, uno de los profesores de Hogwarts que
siempre se situó a medio camino entre el Bien, Dumbledore, y el Mal, Voldemort,
según sus necesidades y beneficios.
Gríma,
de la novela “El Señor de los Anillos” de Tolkien, o Lando Calrissian, de “Star
Wars”, son otros de los personajes ficticios que se han identificado en todo
momento como auténticos traidores.
A
nivel más íntimo y privado, también tenemos que establecer que se hace uso del
término traición. En este caso se emplea para referirse a los casos de
infidelidad. Un duro revés para el miembro de la pareja que es engañado por su
cónyuge y que verá como la desconfianza, el dolor y el odio se hacen palpables
en su vida.
Los
expertos en este tipo de traiciones sentimentales aconsejan que la manera de
poder superarlas es llevando a cabo una serie de pasos: analizar en qué momento
y en qué circunstancia se ha producido el engaño, asumir la parte de culpa que
se pudiera tener, perdonar con total honestidad y tener claro que todas estas
acciones no significan que se tenga que producir una reconciliación.
En
el ámbito del derecho, la traición es el delito que comete un civil o un
militar cuando atenta gravemente contra la seguridad de la nación. En estos
casos también se habla de traición a la patria o de alta traición.
Conspirar
contra el gobierno, sublevarse frente a las autoridades, realizar actividades
terroristas o cooperar con naciones enemigas son algunas de las acciones
consideradas como traición y penadas por la ley.
La
acusación de traición es utilizada por los políticos para denostar a sus
adversarios: “El presidente traicionó a sus votantes al impulsar nuevas leyes
de ajuste económico”.
Impetuosos
Hasta
el latín tenemos que ‘marcharnos’ para poder encontrar el origen etimológico
del término ímpetu que ahora nos ocupa. En concreto, podemos exponer que se
trata de una palabra que deriva del vocablo “impetus”, que puede traducirse como
“fuerza” o “arrebato” y que es fruto de la suma de dos componentes léxicos de
dicha lengua:
-El
prefijo “in-”, que significa “hacia el interior” o “contra”.
-El
verbo “petere”, que es sinónimo de “buscar” o “dirigirse a”.
Ímpetu
La
noción de ímpetu tiene varios usos. El término puede usarse como sinónimo de
impulso: la fuerza –física o simbólica– que hace que algo se mueva.
Por
extensión, se conoce como ímpetu a la vehemencia, la energía o el brío. Por
ejemplo: “Gracias al ímpetu de su capitán, el equipo visitante logró acortar
las distancias”, “Un piloto de carreras debe saber controlar su ímpetu para no
realizar maniobras arriesgadas”, “El ímpetu de los jóvenes está ayudando a
sacar adelante a este barrio”.
Además
de las palabras indicadas, hay otras que también funcionan como sinónimos de
ímpetu. Este sería el caso, por ejemplo, de furia, impulso, empeño, afán,
ardor, vigor, vitalidad, arrebato o esfuerzo.
Por
el contrario, entre los términos que ejercen como antónimos de la palabra que
nos ocupa nos topamos con calma, desaliento, tranquilidad, paz, suavidad,
desaliento, pachorra o apatía, por ejemplo.
Tomemos
el caso de un grupo de adolescentes que están tratando de reunir dinero para
solventar su viaje de fin de estudios (también llamado viaje de egresados). La
falta de apoyo hace que muchos de los jóvenes se desalienten, pero otros
muestran su ímpetu y siguen intentando recaudar fondos. De este modo quienes
tienen mayor ímpetu van casa por casa y negocio por negocio tratando de vender
rifas, alimentos y otros productos.
La
idea de ímpetu además puede aludir a la cantidad de movimiento. También llamado
momentum o momento lineal, en este contexto el ímpetu es una magnitud física
vectorial que refiere al movimiento que realiza un cuerpo.
Para
la mecánica clásica, el ímpetu es el producto de la masa de un elemento y su
velocidad en un cierto momento. De este modo, la cantidad de movimiento de un
cuerpo de 50 kilogramos que alcanza una velocidad de 100 kilómetros por hora es
de 5.000 kg km/h. Cuando dos cuerpos se desplazan a idéntica velocidad, tiene
más ímpetu aquel que cuenta con mayor masa.
De
la misma manera, no podemos olvidarnos de destacar que existen distintas
canciones que en sus títulos tienen el término que estamos abordando. Este
sería el caso, por ejemplo, de “El ímpetu”, una composición que el famoso
guitarrista gaditano Paco de Lucía (1947 – 2014) presentó y publicó dentro de
su trabajo discográfico “El mundo del flamenco” y también de otro que se dio en
llamar “La fabulosa guitarra de Paco de Lucía” (1967). Aquel está considerado
el mejor guitarrista flamenco de todos los tiempos.
Esa
canción, por bulerías, fue creada por el compositor alicantino Mario Escudero
(1928 – 2004).
Envanecidos
Vanidad,
del latín vanĭtas, es la cualidad de vano (vacío, hueco o falto de realidad,
sustancia o solidez). Este adjetivo está vinculado a lo insustancial, la
arrogancia, la presunción y el envanecimiento.
Vanidad
Tampoco
hay que olvidarse que este término que nos ocupa es utilizado, de igual modo,
para hacer referencia a todo ese conjunto de cosas que existen en nuestro mundo
y que tienen una caducidad.
La
vanidad es una manifestación de la soberbia y la arrogancia. La persona
vanidosa se siente superior al prójimo, ya sea desde un punto de vista
intelectual o físico. El vanidoso no duda en destacar su supuesta capacidad
cada vez que puede, menospreciando al resto de la gente.
En
este sentido, la vanidad encubre un sentimiento de inferioridad y el deseo de
ser aceptado por el otro. Al hacer gala de sus virtudes, el vanidoso intenta
demostrar que no es menos que nadie (lo que en realidad siente) y espera el
aplauso y la admiración de quienes le rodean.
Para
la teología cristiana, la vanidad hace que el hombre sienta que no necesita a
Dios. Se trata de una especie de auto-idolatría: el vanidoso rechaza a Dios ya
que se tiene a sí mismo. La vanidad, de hecho, es uno de los pecados capitales
(ya que engendra otros pecados).
Concretamente
podemos establecer que siete son los pecados capitales, los vicios que estipula
el Cristianismo que deben ser evitados pues son contrarios a la moral de esta
religión: la lujuria, la gula, la avaricia, la pereza, la envidia, la ira y la
mencionada vanidad o soberbia.
Más
exactamente podemos decir que aquella última, al igual que el resto de los
citados pecados, se asocia a un demonio muy en concreto. En este caso se
relaciona con Lucifer, que es el nombre que recibe el ángel caído. Se trata de
aquel ángel que contaba con una gran belleza y una maravillosa sabiduría pero
que, movido por su soberbia, se vio arrastrado a los infiernos donde se
convirtió así en Satanás.
Una
buena forma de comprender qué es la vanidad se encuentra en el mito de Narciso.
La versión más conocida de esta historia señala que Narciso era un joven
enamorado de sí mismo. Un día, al ver su hermoso rostro reflejado en un lago,
se queda absorto y embelesado, incapaz de apartarse de la imagen. Finalmente
Narciso muere (suicidándose, ahogándose o por no poder separarse de su reflejo,
según la versión) y en el lugar crece una hermosa flor.
Además
de todo lo expuesto tampoco podemos pasar por alto el hecho de que en la
actualidad existe una publicación madrileña que lleva por título “Vanidad”. Se
trata de una revista que aborda una gran variedad de temas, centrados de manera
casi exclusiva en el público femenino.
Así,
nos encontramos, que realiza artículos sobre materias tales como la moda, la
belleza, la cultura en general, la gastronomía o los personajes famosos. De la
misma forma, ha tenido tal acogida dicha publicación que también cuenta con su
propia emisora de radio y con su canal de televisión.
Y amigos de los placeres más que de Dios
Antes
de entrar de lleno en el establecimiento del significado del término placer hay
que conocer cuál es su origen etimológico. En este sentido, podemos decir que
emana del latín, concretamente del verbo “placere”, que puede traducirse como
“gustar”.
Placer
es un concepto que refiere al deleite o regocije que se experimenta al hacer o
lograr alguna cosa que provoca agrado. Por ejemplo: “Siento placer cada vez que
vengo a comer a este restaurante”, “Para mi, abrir un libro y empezar a leer
una nueva historia es un placer”, “No me genera placer ver cómo el esfuerzo de
mi padre no rinde ningún fruto”.
PlacerSe
puede entender al placer como aquello positivo que se siente al satisfacer una
necesidad o conseguir un objetivo. Existen, por lo tanto, múltiples fuentes de
placer de acuerdo al contexto. Aquello que provoca placer se conoce como
placentero.
Las
relaciones sexuales, en este sentido, pueden calificarse como placenteras. Las
personas suelen disfrutar al estimular sus órganos genitales, por lo que el
sexo provoca placer físico.
Dentro
de este tipo de placer, el sexual, hay que tener en cuenta que no sólo se alcanza
con la estimulación de los genitales sino también con la excitación provocada
al acariciar otras partes del cuerpo. Esas zonas que, de igual modo, provocan
placer son conocidas como zonas erógenas y entre ellas se encuentran el cuello,
el pecho, los lóbulos de las orejas…
Asimismo
no hay que olvidarse que cada persona encuentra ese placer sexual en distintas
posturas, con diferentes fantasías e incluso con variadas experiencias.
Ejemplos de esto son quienes se excitan llevando a cabo acciones de sadomasoquismo,
los que necesitan vestir o que su pareja lleve determinadas prendas…
Lo
que está claro, como así lo demuestran distintos estudios, es que experimentar
el placer sexual ayuda a mejorar el sueño, a ponerle fin al estrés o a contar
con mayor autoestima.
La
ingesta de una comida que nos gusta también puede considerarse como un placer.
Cuando el alimento ingresa al paladar, e incluso antes a través de la vista y
el olfato, podemos sentir algo agradable que surge de los sabores y aromas.
Otros
placeres no son físicos, sino que resultan más bien simbólicos. Tener un hobby
como coleccionar sellos postales; jugar a un videojuego; leer un libro;
dibujar; o escuchar música son algunas actividades que pueden producir placer.
Cuando
una persona persigue el placer como principal finalidad de su existencia, se
dirá que es hedonista. El hedonismo es la doctrina que siguen aquellos que
viven para maximizar los placeres y minimizar el dolor. Hay que destacar, sin
embargo, que ciertas posiciones morales consideran que el hedonista es egoista
porque no piensa en los problemas del prójimo, sino que sólo privilegia su
placer.
No
podemos obviar tampoco que existen otros muchos significados de placer. Así,
por ejemplo, en Cuba se emplea ese término para referirse a un campo yermo que
se encuentra cercano a la ciudad.
Asimismo
también se utiliza para mencionar a los bancos de piedra o de arena que existen
en el fondo del mar y que se identifican tanto por ser llanos como por el hecho
de que tienen una extensión bastante notable.
Que tendrán apariencia de piedad, pero negarán su
eficacia. Apártate de ellos.
Con
origen en el vocablo latino piĕtas, el concepto de piedad da nombre a la virtud
que provoca devoción frente a todo lo que guarda relación con cuestiones santas
y se guía por el amor que se siente hacia Dios. También se trata de la virtud
que se traduce en acciones impulsadas por el amor que se siente por otros y la
compasión hacia el prójimo.
Piedad
La
noción, como se puede apreciar, está asociada con las ideas de religiosidad y
espiritualidad y se la presenta como algo semejante a la humildad. Esta virtud
inspira una conducta de subordinación a Dios y solidaridad con el resto de las
personas sin ningún tipo de distinciones.
La
piedad, tal y como la hemos determinado en sus distintos significados, podemos
establecer que la manera habitual de representarla es con la forma de una mujer
que en una de sus manos porta el llamado cuerno de la abundancia, que es
símbolo de prosperidad, y en la otra cuenta con una especie de cazo del que
sale humo.
El
amor profundo e incondicional que se consagra a los padres y a las cosas
veneradas también se conoce como piedad. El término, por otra parte, se emplea
como sinónimo de palabras como misericordia, lástima o conmiseración.
Este
último uso de la palabra es el más habitual y el que domina en el lenguaje
cotidiano. Cuando alguien refleja piedad por otro sujeto, decide ayudarlo,
asistirlo o perdonarlo. Por ejemplo: “Yo sé que estuve mal pero, por favor,
tenga piedad”, “No hay que tener piedad con los asesinos”, “El condenado pidió
piedad pero ya era tarde: el verdugo no dudó en cumplir con la orden y lo
ejecutó”.
En
el ámbito cinematográfico existen diversas películas que han girado en torno a
la citada palabra que estamos analizando. Este sería el caso, por ejemplo, de
“Doce hombres sin piedad”. En el año 1957 fue cuando se estrenó este film,
dirigido por Sidney Lumet, en el que se cuenta como se va desarrollando un
juicio por asesinato.
Un
jurado es el encargado de dictaminar la culpabilidad e inocencia del preso y
prácticamente por completo aquel coincide en considerar al juzgado culpable del
crimen. No obstante, uno de los hombres que conforman aquel piensa todo lo
contrario, que es inocente, y por eso planteará dudas y suposiciones al resto
de sus compañeros con el claro objetivo de que no se meta en prisión
injustamente a aquel.
Se
conoce como Piedad, por otra parte, a la escultura o pintura que refleja el
sufrimiento de la Virgen María al tener entre sus brazos el cuerpo de Cristo
tras ser bajado de la cruz. La escultura más famosa de este tipo se conoce como
Piedad del Vaticano y fue elaborada, hacia los años 1498 y 1499, por el
escultor y pintor italiano Miguel Ángel. Se localiza en la Basílica de San
Pedro y está considerada como una de las obras artísticas más sobresalientes de
todos los tiempos.
En
1972, una persona atacó la obra con un martillo y destruyó el rostro de la
Virgen. La Piedad tuvo que ser restaurada y, a partir de entonces, protegida
para evitar nuevos atentados.
Además
de todo lo expuesto podemos hacer referencia a un término muy conocido y
utilizado frecuentemente entre la población que hace uso del concepto piedad.
En concreto nos estamos refiriendo al llamado monte de piedad, con el que viene
a definirse a una especie de caja de ahorros, con cierto carácter benéfico al
mismo tiempo, que se dedica a otorgar una serie de préstamos a unos intereses
muy bajos.
Porque
de éstos son los que entran furtivamente en las casas y toman cautivas a mujercillas
cargadas de pecados, llevadas por diversas pasiones; los cuales siempre están aprendiendo, y nunca
pueden llegar al conocimiento pleno de la verdad. Y de la manera que Janés y Jambrés resistieron
a Moisés,° así también éstos resisten a la verdad; hombres de mente corrompida
y réprobos en cuanto a la fe. Pero no avanzarán largo trecho, porque a todos se
hará evidente su insensatez, como también fue la de aquéllos.
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